La historia familiar que madres, padres e hijos crean durante el desarrollo se escribe con los sentimientos y acciones que ocurren en su relación. Es un tema complejo, aquí solamente quiero destacar algunos aspectos que me parecen importantes y que tienen que ver con la forma en que construyen el vínculo (ese lazo que les une llamado apego) y las posibilidades que ello conlleva. Su relación se edifica con algunos pilares básicos desde los primeros momentos de la vida de un bebé y no deja de desarrollarse a lo largo de todo el proceso vital. A continuación voy a comentar algunas cuestiones básicas sobre el proceso de ese desarrollo.
Muchas investigaciones apuntan a que en las primeras seis semanas de su vida el bebé no diferencia entre él mismo y el entorno, pero a partir de la séptima semana empieza a distinguir una figura de su fondo, lo que se convierte en un primer proceso de percepción diferenciada.
También empareja sentimientos con personas, por ejemplo de satisfacción y placer con la cara de la madre. Empieza a tener un modelo mental o representación compuesto de muchas piezas de interacción con el que se van creando las expectativas-lo que es posible esperar en la relación con alguien determinado.
Pero la gran revolución que tiene importantes implicaciones para la vida familiar es la que se produce entre los cuatro y los doce meses cuando el bebé se vuelve más social y empieza a abrirse más al mundo. Establece más contacto visual con la mirada de los otros y prefiere las curvas a las rectas, es decir las formas y características más humanas. Lo no verbal constituye la base de la interacción social, más tarde se añadirán las palabras a la experiencia de relacionarse.
La bebé siente que provoca acontecimientos, que es una agente de lo que sucede en la situación, es decir empieza a tener sentido de agencialidad, de influencia sobre el entorno. Empieza a ser más consciente de sí misma, cuando mueve un brazo siente sus músculos acortarse o extenderse, cuando cierra los ojos el mundo se oscurece. Nota más claramente la sensación de ser un ser separado y ello le va permitiendo ver al otro de la misma forma. Comienza a preferir estar con algunas personas significativas y percibe y lamenta su ausencia, todo ello va conformando un lazo especial entre ella y sus cuidadores denominado apego. Según Daniel Stern en “Diario de un bebé” en esta fase del desarrollo “Hay muchos momentos de iniciación conjunta y creación mutua. Son el material de estar con otra persona que constituye los lazos del apego. El apego consiste sobre todo en los recuerdos y modelos mentales de lo que ocurre entre uno mismo y el otro: lo que se siente con ellos, lo que podemos realizar con su apoyo”.
Ese recuerdo crea la expectativa de lo que es posible en el aquí y ahora entre nosotros y lo que es previsible que suceda a continuación. Los bebés comienzan a tener mundos internos y los comparten con los demás. Si desea un juguete que no puede alcanzar y la mamá no lo mira apuntará con su dedo en dirección al objeto y luego mirará a su madre para que entienda su deseo. Ya sabe cómo captar la atención del otro y conseguir que haga cosas para él.
Se desarrolla la referencia: mira a la madre para saber qué tiene que hacer, por ejemplo cuando se cae o ve algo que le sorprende. Es como decir dime qué tengo que hacer y que puedo sentir en esta situación. Aprende de la reacción de la madre para saber cómo reaccionar y ello le servirá para regular sus acciones y sentimientos con los demás en un futuro.
Sabemos que en este período se producen muchos aprendizajes importantes y que los padres pueden estimularlos o por el contrario cohibirlos. Es importante durante esta fase que los progenitores acompañen y acojan el interés de sus bebés al tratar de explorar el mundo que les rodea. Por lo que deberán crear un clima emocional proclive a ello y encontrar un equilibrio entre las condiciones de seguridad con libertad y límites. Si mamá y/o papá coartan mucho los movimientos de su hijo, con el tiempo el niño se podría retraer y perder interés por lo que le rodea. Es posible que perciba que su interés causa desaprobación y ante esto preferirá desistir de su empeño exploratorio para conseguir aprobación. Si percibe inseguridad y temor ante sus movimientos encontrará el mundo como un lugar inseguro y temerá separarse de ellos. Tampoco deben forzarle ya que esto puede producir ansiedad si el niño no siente todavía la seguridad ni el apoyo suficiente para arriesgarse a dar el siguiente paso.
El placer de la exploración del bebé depende de la capacidad de separarse de ellos sin ansiedad y también de la seguridad que tenga el niño de volver a encontrar a sus padres cuando los necesite. En estas condiciones ideales se co-crearía una relación de apego seguro entre padres y bebés. Los padres necesitarán guiar en ocasiones, tendrán que estar cerca y disponibles permitiendo la libertad de movimientos dentro de unos cauces seguros. Igual que con los primeros pasos, en muchas otras experiencias del niño tendremos que guiarle y acompañarle, para permitirle después que lo haga por si mismo, que pueda caminar por él solo. El niño que sabe que puede contar con sus padres cuando les necesita pero que también estos respetan su “autonomía” es un niño con mayor autoestima, seguridad y confianza en la vida.
Cuando el niño se puede mover puede ver un mismo objeto desde diferentes perspectivas, también poco a poco podrá ir viendo diferencias entre su mente y la de los demás (otros puntos de vista) y podrá ir comprendiendo las emociones en él y los otros lo cual fomentará la empatía.
Podemos nombrar algunos componentes básicos de la función de los progenitores en el apoyo del crecimiento de sus hijos: guiar, mostrar, enseñar, dar libertad, sostener, contener, frustrar y animar. Estas funciones son igualmente útiles y emplearlas en los momentos adecuados es fundamental. Fomentar el desarrollo es permitir la separación y la diferenciación, haciendo que la bebé pueda crecer en la dirección de ser una persona que se sienta única, libre y diferente que puede tener sus propias ideas y maneras de actuar y que es capaz de elegir y de establecer sus propios límites con respecto a los demás; al mismo tiempo que se siente parte de una comunidad (familiar y social) con la que establece lazos afectivos y tiene intereses comunes. A ello podemos ayudar siendo contenedores seguros donde pueda tener libertad, límites y amor. Ya que de entre todas las cosas que la/él bebé puede recibir hay una que sobresale en importancia sobre las demás EL AMOR. Este amor que sienten podrá interiorizarse y convertirse en amor por ella misma, en autoestima y ese podrá también darlo a los demás.
COMUNICACIÓN
Conforme el niño va creciendo recibe mensajes de su entorno que le pueden hacer sentirse más o menos valioso y querido. Las caricias, el cuidado de los demás y la ternura van llenando al niño de experiencias positivas que le hacen sentir importante y amado. Del mismo modo la desatención, la falta de cariño y el rechazo van minando el sentido de su valía. La imagen que un niño se va creando de sí mismo es la que le devuelven los demás a través de sus interacciones. El niño se ve a él mismo como nosotros lo vemos, actuamos como espejos.
Cuando el niño adquiere el lenguaje y aprende su nombre se ve por fin como alguien único con una identidad propia, empieza a acumular pruebas que le dan los demás sobre quién es él. En este sentido recibe alimento de su entorno que le irá nutriendo positivamente o negativamente. Si es alimentado con respeto, aceptación y amor asimilará todo ello y crecerá respetándose, aceptándose y amándose. También le resultará más sencillo aceptar, respetar y amar a los demás.
Pero si recibe mensajes del tipo eres tonto/a o actuamos como si lo fuera el niño se dirá “soy tonto”, si decimos o le hacemos sentir incapaz se sentirá incapaz y si le decimos eres malo se sentirá malo. Por lo tanto es vital cuidar la calidad de los mensajes que enviamos a los niños, unos pocos tropiezos no causarán daños irreparables, pero la acumulación de mensajes negativos si lo harán.
Los mensajes no solo se transmiten de un modo verbal, con palabras, también los podemos transmitir con nuestro modo de comportarnos: nuestras actitudes, gestos, etc…Ejemplo me río o menosprecio sus sentimientos, o lo que hace, etc . Una de las causas de la mala conducta estriba en el concepto negativo de sí mismo por parte del niño. El niño que cree que es malo se comporta de acuerdo con ese juicio; desempeña el papel que le han asignado.
AMOR
El amor que más nutre es aquel que consiste en amar al niñx por el mero hecho de existir , aun cuando no aprobemos todo lo que hacen. Cuando les queremos por lo que son más que por lo que hacen. Es ese amor el que permite crecer y desarrollarse al verdadero ser que está en nuestrxs hijxs.
El que es generoso, aquel que respeta el ritmo y las opciones de cada quien, el que apoya y sostiene, el que encauza y contiene, el que no está condicionado a que sea como yo quiero que sea; el que permite que pueda llegar a ser la persona más importante que puede llegar a ser: ÉL o ELLA MISMX.
ESTAR con mayúsculas significa atender , entender y acompañar al otro dónde el otro está, intentando ponernos en su lugar, sin juzgarle como persona; haciéndole sentir que merece toda nuestra atención y que su experiencia es válida sea cual sea.
También es muy importante SER, SER con mayúsculas significa no representar ningún papel, sino mostrarse como uno es. Si SOMOS podemos permitir que el niño SEA. Porque SER no solo significa que me muestro y acepto como soy sino que también acepto que mi hijo SEA como es y a partir de ahí podemos construir relaciones auténticas.
Por supuesto siempre recordando que somos guías y modelos y que es nuestra responsabilidad contener y permitir aquello que es posible hacer y no hacer. Y también teniendo en cuenta nuestras necesidades como madres y padres que tienen que estar equilibradas con las de nuestros hijos. En ocasiones los problemas suceden cuando solo las necesidades de una parte prevalecen y las de la otra no son tenidas en cuenta.
En ocasiones es difícil para los padres y madres fomentar este tipo de relación. Generalmente esto ocurre porque no han tenido esta experiencia como hijxs y desarrollaron apegos inseguros con sus progenitores. Si no son conscientes de ello y/o no son capaces de encontrar otro modelo para su relación este apego inseguro se va a reproducir en la relación que los padres y madres tengan con sus bebés.
Por ejemplo puede aparecer la ansiedad de soltar, de dar libertad, de dejar que el bebé explore con autonomía, que podría tener que ver con un miedo a ser abandonado. Aquí el trauma intergeneracional aparece en primer plano, aunque para los progenitores puede no ser consciente en un primer momento. La posibilidad de separación produce ansiedad y por lo tanto trata de ser evitada. Cuando el bebé quiere explorar genera en el progenitor incomodidad y por algún medio tratará de minimizar o impedir el alejamiento que teme. Se construye una situación de inseguridad en el que el movimiento está constreñido y la autonomía limitada en mayor o menor medida. En esta construcción de la situación el bebé también contribuye, a veces la cualidad de sus movimientos es de baja intensidad frente a un progenitor que desea una respuesta rápida a sus demandas. Por ejemplo una madre puede querer atraer la atención de su bebé con expresiones y tonos de voz de alta intensidad, la ansiedad que siente al creer que no es correspondida la expresa de esta manera. Así, su cuerpo habla elocuentemente de cómo vive esta interpretación de la realidad. Pero su bebé es más lento para responder y tiene un tono muscular más bajo y sin ser consciente de ello contribuye a la ansiedad de la madre que espera una rápida respuesta. Ante esta demora la madre puede incrementar la intensidad con el objetivo de conseguir que su bebé la atienda, pero para él es demasiado intensa y en lugar de acercarse puede tratar de huir esquivando la mirada. La madre puede interpretar como un rechazo hacia ella esta actitud en lugar de comprender la incomodidad que está generando con sus acciones. La ansiedad puede reducirse cuando la madre comprende las necesidades de su bebé, que en modo alguno tienen que ver con el abandono, él la necesita pero de otra manera. Cuando ella sea capaz de permitir su autonomía va a descubrir que él la va a buscar y que ella lo puede encontrar también.
En el otro extremo, podríamos tener el ejemplo de un padre cuya madre sintió que era con él
(y quizá todavía sienta) muy absorbente-tanto que correría el riesgo de “desaparecer”. Un
padre cuyo empeño por no repetir la historia, con su bebé, le podría llevar a dejar excesiva
libertad a su hija proyectando su experiencia en la niña “No quiero que le pase como a mí”,
“si estoy muy encima de ti, si no te doy el espacio, podría agobiarte y no permitirte ser tú”.
Para que no se repita la historia o se cree una sana y nueva hace falta consciencia por parte de padres y madres sobre lo que dificulta su relación y además de darse cuenta deben aprender nuevas formas de ser y estar con su bebé, desarrollar habilidades para hacer de distinta manera.
CONFIANZA
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) es la “esperanza firme que se tiene en algo o alguien”.
A través de las sucesivas interacciones (algunas de la cuales son repetidas o similares) con la madre padre o cuidador, el niño comienza a tener expectativas-esperanzas- de lo que es probable que suceda con esa persona. Empieza a anticipar lo que puede confiar, en el apoyo disponible de estas personas. Del mismo modo puede percibir la confianza que en él se tiene, cuánto y cómo se le permite explorar por ejemplo.
Confianza también tiene otra acepción “Seguridad que se tiene en sí mismo”. Por lo tanto existe la confianza en uno mismo, la confianza DE otro en uno y la confianza de uno EN el otro. Estas dos últimas si se dan conjuntamente serían confianzas recíprocas o mutuas.
¿Es la confianza en uno mismo el resultado del grado de la confianza recíproca? Si fuese así podríamos proponer la siguiente fórmula (aunque los sentimientos y las relaciones no son matemáticas):
Confianza en mi mismo=Tu confianza en mí + mi confianza en ti
Y si cambiamos los términos de la fórmula
Tu confianza en mí= Confianza en mi mismo + mi confianza en ti
o
Mi confianza en tí= Confianza en mi mismo + Tu confianza en mí
La confianza puede ser como un trampolín para la acción. En este sentido existe otra acepción del término confianza: ánimo, aliento o vigor para obrar. ¿De dónde nace esa energía ? ¿De qué está hecho ese dinamismo, esa vitalidad?
Aliento, procedente del verbo alentar, hace referencia a “animar, infundir aliento o esfuerzo, dar vigor a alguien o a algo”. Es decir proviene de alguien que da su energía al otro.
El vigor es “la fuerza o actividad notable de las cosas animadas o inanimadas” así que parece provenir de uno mismo.
El ánimo como sentimiento no puede ser atribuido solamente a mí o al otro sino a nuestra interacción en la que se produce un estado de ánimo particular.
Por ejemplo: en el experimento de la cara seria, en el que la madre se coloca frente al bebé sin mostrar ninguna emoción, el bebé va a tratar de reanimar a la madre, de infundir vida a su rostro, puesto que la falta de ella le produce desasosiego y trata por tanto de regularla, de cambiar la emoción de la madre para poder cambiar la suya y autorregularse.
De igual modo los progenitores son capaces de regular el estado anímico de los bebés a través de distintas interacciones como juegos, miradas y canciones.
La CONFIANZA RECÍPROCA o Confianza co-creada se expande al mundo de los objetos en el entorno. Desde esta base los objetos son confiables, en general, y se puede contactar con ellos cuando se desarrolla un apego seguro.
La excitación que produce la novedad, puede estar en la base de la confianza para un contacto con el mundo, si es apoyada de manera conveniente. Decíamos en anteriores post que si la excitación encuentra el apoyo suficiente se convierte en energía creativa. Podemos ver desde el primer año de vida, que el niño se muestra activo y propositivo en relación con su entorno sobre todo cuando siente la seguridad de que puede arriesgar. Y sabemos que esa seguridad es proporcionada en gran parte por un entorno que apoya la autonomía y el deseo de investigar y probar que puede hacer en el mundo y con el mundo que le rodea.
Por lo tanto podríamos decir que esta curiosidad que permite averiguar y crear se basa en la confianza en los demás, y también en la confianza de los demás en él. Es parecido a lo que ocurre en el proceso del apego seguro: el niño sintiendo la confianza de su cuidador y la confianza en su cuidador (confianza recíproca) puede explorar el entorno y hacer cosas con él, transformarlo y ser transformado a su vez por la experiencia. El adulto a su vez debe sentir estas confianzas básicas en si mismo y en su bebé para co-crear y permitir el despliegue de las posibilidades creativas.
También se podría entender este proceso creativo como un proceso comunicativo ya que contiene un mensaje, una expresión de un emisor que va dirigida a un destinatario que lo recibe. Es frecuente que los niños compartan sus descubrimientos con los adultos que le cuidan-MUNDOS COMPARTIDOS. Y cuando dominan lo suficiente el lenguaje expresan esa intención y deseo claramente “mira lo que hago”. Este deseo por ser vistos y por que los demás vean sus obras es contagioso. He tenido la experiencia de estar en un parque con mis hijas y tras decirme la típica frase “mira lo que hago” han venido ñiñas y niños que estaban cerca a enseñarme sus proezas.
¿Se podría decir que lo que facilita, y da sentido (de dirección) a este proceso creativo es el saber que hay alguien ahí y/o que va a haber alguien ahí? Esa esperanza y confianza en saber que alguien nos acompaña y espera. Que al final de nuestra obra alguien la va a recibir, a acoger, escuchar, recibir, ver,etc.
Es decir tener que llegar a alguien o confiar en que podemos llegar a alguien . Ser atendidos y entendidos.
¿Y cómo se “fabrica” la confianza?¿Cómo se crea a nivel familiar? Al hilo de lo comentado más arriba podríamos decir que:
La confianza EN OTRO está hecha de saber que eres importante para ÉL. Ser atendido y entendido. Ser reconocido en la diferencia y la necesidad.
También creo que la confianza está hecha de sinceridad, se fabrica con la verdad. Todos sabemos que si alguien tiende a mentir es más difícil creer lo siguiente que nos vaya a decir. Y también pienso que el nivel y la calidad de la confianza va a depender del grado de seguridad que pueda tener en que el otro no me va a dañar o a avergonzar; sino cuidar y proteger.
En este sentido el apego inseguro o traumático es una herida de la confianza, en él la confianza ha sido dañada y deberá ser reparada para poder transitar hacia una relación segura. He sido descuidado y lastimado por otro y como consecuencia nuestra relación está teñida de desconfianza.
A través de la confianza en el otro (y del otro) podemos hallar la confianza en nosotros mismos que nos permita explorar, crear y mostrar. Porque no tendría sentido una obra solo para el artista. La obra es también para el público, para alguien, aunque ese alguien sea alguien imaginario en este momento, aunque solo sea una posibilidad. También la falta de confianza sentida hace que la creatividad disminuya y aumente la ansiedad. He escuchado en la consulta como algunos niños dicen que no le gusta dibujar. Generalmente descubro que se sienten menos que otros o que han sido criticados y no desean mostrar su obra por vergüenza y miedo a ser heridos. “Es que no pinto tan bien como mi hermana” "mi amiga del cole dice que no pinto bien". Esta falta de confianza, que entiendo también como recíproca (en algún momento ha pasado algo con el entorno que no ha proporcionado el apoyo suficiente), hace que decrezca la excitación y el deseo también en cualquier juego o actividad en la que el niño no tenga la suficiente seguridad para mostrarse al entorno.
La ansiedad y/o el desinterés sustituyen entonces a la creatividad. Así que podría decirse que la ansiedad es una crisis de la confianza y de la creatividad.
La terapia y otras experiencias de apoyo pueden disminuir esta percepción y permitir que el niño pueda sentirse algo más seguro.
No importa cuanto tiempo llevemos arrastrando una vieja historia, he visto a personas de setenta y tantos dejar atrás antiguos asuntos de años. Las nuevas historias se pueden ir escribiendo con una conciencia ampliada de la situación, medios y soluciones novedosas y apropiadas. Pueden ir creándose a través de nuevos modos de sentir y hacer entre los miembros de una familia. Se escriben conjuntamente y pueden cambiar, pues en el proceso del desarrollo nos podemos transformar mutuamente. Si creamos la suficiente confianza y amor.
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