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  • David Boix

ANSIEDAD (PRIMERA PARTE)




LA ANSIEDAD EN EL CUERPO

“Hay dos cosas sin las que no podemos vivir, el oxígeno y el suelo” Sofía (7 años)

Ansiedad, es una palabra que suena muy a menudo en nuestro lenguaje coloquial y también en el de las sesiones de terapia. De hecho es una de las cuestiones que más demandas de apoyo plantean. Pero qué es la ansiedad, cómo podríamos definirla, cómo poder comprenderla mejor y atenderla para poder transformarla.


Vamos a hablar en primer lugar sobre las definiciones.

Según la RAE LA Ansiedad es:


1) Un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

2) Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.

Por cierto, otra definición interesante que tiene la palabra angustia y que está relacionada con la ansiedad, como veremos, es 2. Temor opresivo sin causa precisa.

Más allá de las precisas definiciones que pretenden darnos los diccionarios, tengo que decir que el concepto de ansiedad es un término algo ambiguo sobre cuyo significado hay discrepancias. Los términos ansiedad y angustia provienen de una raíz común (angh) que significa: estrechez, constricción, malestar y apuro. Para algunos autores ansiedad y miedo son equivalentes, otros afirman que mientras que el miedo se puede asociar a un estímulo externo identificable la causa de la ansiedad sería más difusa y menos clara.


A nivel corporal se puede definir la ansiedad como un conjunto de sensaciones: aumento de la tensión muscular, respiración agitada, aceleración del corazón y temblores- comúnmente llamados nerviosismo. Este estado físico puede ir acompañado de ideas obsesivas, preocupaciones y agitación motora (moverse continuamente).


La ansiedad suele acompañar a experiencias diversas, que se podrían considerar tanto positiva como negativamente. Se puede sentir ansiedad ante la incertidumbre del contenido de un paquete de regalo y también ante la posibilidad de perder un trabajo. Ante un acontecimiento real- una operación a la que nos vamos a someter- o más o menos probable como una enfermedad que podríamos contraer.


Aunque la vivencia subjetiva es única para cada persona existen una serie de experiencias físicas más o menos comunes. Es típica una cierta tensión muscular, por ejemplo el cuello se siente rígido, la mandíbula apretada, la respiración es corta y rápida o entrecortada, hay opresión en el pecho, etc. Generalmente vivimos estas sensaciones como desagradables aunque pueden resultarnos útiles en algunas situaciones, veamos un ejemplo:


Si voy conduciendo por una carretera conocida que transito todos los días puedo estar pensando en mis cosas mientras acelero, freno o cambio de marchas ya que la situación es bastante rutinaria para mí. Pero si de momento tengo que afrontar una situación inesperada, un animal que cruza delante de mí por sorpresa, entonces debo responder con urgencia a la nueva necesidad planteada y tomar decisiones en cuestión de décimas de segundo. Un sobresalto a nivel corporal me recorre, se corta mi respiración y se acelera mi corazón, mi percepción se agudiza y surge la sensación de peligro. Todas estas sensaciones llevan a mi atención a centrarse en resolver la situación de urgencia que se ha presentado. Soy consciente en grado máximo, debo tomar decisiones que solucionen el problema planteado con mi entorno. Selecciono una opción entre pisar el freno o tratar de esquivar al perro y rápidamente calculo que por mi velocidad y la distancia que me separa del animal seré capaz de detener mi vehículo. Finalmente escojo frenar y rechazo esquivar. Por suerte mis estimaciones han sido correctas, consigo detenerme a un metro y no chocar. La acción ha resuelto el problema y por lo tanto ha sido satisfactoria, el perro sigue su camino y yo el mío.

Poco a poco se restablece la calma y el equilibrio en mi cuerpo así como en la situación.


Vemos como en una situación así cortar la respiración funciona como un mecanismo que nos permite afrontar una situación u objeto potencialmente peligroso y resolver un problema.


Sin embargo en otras ocasiones nuestra ansiedad no es momentánea ni se puede achacar a una situación concreta, por el contrario se vuelve crónica y no parece tener una causa concreta. Esta es la ansiedad que más problemas nos crea y como veremos más adelante es el síntoma de un bloqueo de la creatividad.

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